Discurso de la niña ausente
Ricardo Peña Barrenechea
Damita mía que vienes
a despertar mi silencio.
Damita de un cielo blanco
rubia como un largo beso.
Naciste un día de júbilo
cuando el sol era una lámpara
que alumbrara mi camino
todo velado de lágrimas.
Durante siete veranos
te di mi alma enamorada;
y siete nieves te he amado
dándome tú tu alma blanca.
Siete primaveras de oro
deshojé sobre tus manos;
y siete lunas de otoño
me dieron tus ojos cándidos.
Siete serafines rojos
custodian tu seno pálido;
siete golondrinas rápidas
tus cabellos amasaron.
Damita de larga cola
toda vestida de ensueño,
entre tus tórtolas manos
se abre la flor del silencio.
Lejos de ti tu presencia
me invita a seguir amando
mi soledad —campo abierto
que me ha sido siempre amargo.
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